Letras de tango
Dicen que dicen
Música: Enrique Delfino
Letra: Alberto Ballestero
Vení, acercáte, no tengas miedo,
que tengo el puño, ya ves, anclao.
Yo sólo quiero contarte un cuento
de unos amores que he balconeao.
Dicen que dicen, que era una mina
todo ternura, como eras vos,
que jué el orgullo de un mozo taura
de fondo bueno... como era yo.

Y bate el cuento
que en un cotorro
que era una gloria vivían los dos.
Y dice el barrio que él la quería
con la fe misma
que puse en vos.
Pero una noche
que pa' un laburo
el taura manso
se había ausentao,
prendida de otros
amores perros
la mina aquella
se le había alzao.

Dicen que dicen, que desde entonces
ardiendo de odio su corazón,
el taura manso buscó a la paica
por cielo y tierra como hice yo.
Y cuando quiso, justo el destino,
que la encontrara, como ahura a vos,
trenzó sus manos en el cogote
de aquella perra... como hago yo...

Deje vecino... No llame a nadie.
No tenga miedo, estoy desarmao.
Yo sólo quise contarle un cuento,
pero el encono me ha traicionao...
Dicen que dicen, vecino, que era
todo ternura la que murió...
Que jué el orgullo de un mozo taura
de fondo bueno... como era yo...

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Dicha pasada
Música: Guillermo Barbieri
Letra: Guillermo Barbieri
Ayer cuando te vi tan altanera
pasear con el que fuese mi rival,
pensé en aquellas quince primaveras
que dio más hermosura a tu mirar.
Pero hoy no sos la misma que eras antes,
la luz que hubo en tus ojos se apagó,
tenés una amargura en tu semblante,
que nadie ha de saberla como yo.

Y aunque me niegues que has sufrido
yo bien sé que has vivido
mil horas angustiosas
y que en tu pecho se han quedado
las dichas del pasado
como marchitas rosas...
Si por otro hombre me dejaste,
no quiero reprocharte
lo mal que me has querido.
Vos sos mujer y te perdono
que al fin con tu abandono
me has hecho más feliz.

Yo soy como la abeja, libre vuelo
y en pos de otro cariño mi alma va,
pues cuando necesito algún consuelo
hay otra que a mi vida se lo da.
Y ya que fue tu gusto el despreciarme
jamás nunca a tu lado volveré.
Te pago como has sabido pagarme,
y todo aquel pasado olvidaré.

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Dios te salve m'hijo
Música: Pedro Noda / Agustín Magaldi
Letra: Luis Acosta García
El pueblito estaba lleno, de personas forasteras,
los caudillos desplegaban lo más rudo de su acción,
arengando a los paisanos, de ganar las elecciones
por la plata, por la tumba, por el voto o el facón.
Y al instante que cruzaban desfilando los contrarios
un paisano gritó ¡viva! y al caudillo mencionó;
y los otros respondieron, sepultando sus puñales
en el cuerpo valeroso del paisano que gritó.

Un viejito lentamente, se quitó el sombrero negro;
estiró las piernas tibias del paisano que cayó,
lo besó con toda su alma, puso un cristo entre sus dedos
y goteando lagrimones, entre dientes murmuró:
"Pobre m'hijo quién diría que por noble y por valiente
pagaría con su vida el sostén de una opinión,
por no hacerme caso, m'hijo: se lo dije tantas veces...
no haga juicio a los discursos del Doctor ni del patrón.

Hace frío, ¿verdad, m'hijo? (ya se está poniendo duro)
tápese con este poncho y pa' siempre yebelo;
es el mesmo poncho pampa, que en su cuna cuando chico
muchas veces, hijo mío... muchas veces lo tapó.
Yo, viá dir al campo santo, y a la par de su agüelita,
con su daga y con mis uñas una fosa voy a abrir,
y, a su pobre madrecita, a su pobre madrecita,
le dirá que usted se ha ido... que muy pronto va a venir.

A las doce de la noche, llegó el viejo a su ranchito
y con mucho disimulo a su vieja acarició:
y le dijo tiernamente: su cachorro se ha ido lejos,
se arregló con una tropa; ¡le di el poncho y me besó!
Y aura vieja por las dudas, como el viaje es algo largo
priéndale unas cuantas velas, por si acaso nada más,
arrodiyesé y le reza... pa' que Dios no lo abandone...
y suplique por las almas... que precisan luz y paz.

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Discepolín
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi
Sobre el mármol helado, migas de medialuna
y una mujer absurda que come en un rincón ...
Tu musa está sangrando y ella se desayuna ...
el alba no perdona ni tiene corazón.
Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca
y del alma manchada con sangre de carmín?
Mejor es que salgamos antes de que amanezca,
antes de que lloremos, ¡viejo Discepolín!...

Conozco de tu largo aburrimiento
y comprendo lo que cuesta ser feliz,
y al son de cada tango te presiento
con tu talento enorme y tu nariz;
con tu lágrima amarga y escondida,
con tu careta pálida de clown,
y con esa sonrisa entristecida
que florece en verso y en canción.

La gente se te arrima con su montón de penas
y tú las acaricias casi con un temblor...
Te duele como propia la cicatriz ajena:
aquél no tuvo suerte y ésta no tuvo amor.
La pista se ha poblado al ruido de la orquesta
se abrazan bajo el foco muñecos de aserrín...
¿No ves que están bailando?
¿No ves que están de fiesta?
Vamos, que todo duele, viejo Discepolín...

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Discos de Gardel
Música: Eduardo Del Piano
Letra: Horacio Sanguinetti
No siento tanto que mi vida es triste y sola
cuando escucho en la victrola
viejos discos de Gardel.
Los tangos del ayer
reviven sin querer
amores marchitados por el tiempo
y casi olvido que mis sienes están grises
escuchando "Cicatrices",
"Nunca más" o "Un tropezón".
Y trae la emoción
amarga del dolor
el tango "No te engañes, corazón".

Dice la voz
sentimental:
"Mi Buenos Aires querido..."
Y regresan los recuerdos
de mis vueltas por la vida
y de aquella vieja herida
de un amor.
En cada tango su huella...
En cada tango mi estrella...
Y por eso mi alma llora
cuando escucho en la victrola
discos de Carlos Gardel.

¡Los discos viejos me recuerdan tantas cosas!
Calles viejas y barrosas
que ha olvidado el corazón...
La pálida canción
con cálida emoción
me lleva por la sombra de otro tiempo.
Es un puñado de recuerdos desteñidos
que del fondo del olvido
vuelven hoy a revivir.
Nostalgias de un querer,
el barrio del ayer
y rostros que ya nunca han de volver.

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Divina
Música: Joaquín Mora
Letra: Juan De La Calle
Muñeca ven y cuéntame por qué
lloras sin cesar en un rincón.
Parece que a tu corazón
algún dolor quieres arrancarle.
Ya no sales al balcón
en las tardes cuando el sol
apagabas en su luz,
ni hablás a las flores
con el canto de tu voz.

Tus lágrimas son gotas de dolor que van
borrando la sonrisa de tu dulce paz.
Yo sé que fue el arrullo de una voz,
mas luego te mintió.
Ya ves... ingenua si comprendo tu dolor.
No dejes que la decepción
retarde los latidos de tu corazón.
Y vuelve, como antes, a reir,
olvida tu sufrir...
que ronda un nuevo amor en pos de ti.

Sin ilusión,
jamás podrás vivir.
Deja de llorar, por ese amor.
Divina estás en tu dolor,
otro querer quiere consolarte.
Tan dichosa como ayer
volverás a tu balcón.
Más divina, mucho más,
de nuevo la risa
en tu rostro brillará.

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Domani
Música: Carlos Viván
Letra: Cátulo Castillo
El farol de una cantina,
la neblina del Riachuelo
que ha tendido bajo el cielo
como un pálido crespón
y en la mesa, donde pesa
su tristeza sin consuelo,
Don Giovanni está llorando
con la voz del acordeón ...
Su lejana cantilena
se despena, se hace espina
con la dura desventura
que lastima sin matar,
y repite que mañana
volverá su ragazzina,
mariposa mentirosa
remontada sobre el mar.

¡Domani! ...
Volverá mañana,
lejana
pesadilla que pasó...
Y el pobre Don Giovanni
se repite que domani
volverá la niña buena...
Y en la copa que envenena
suena siempre vana
-¡mañana!-
la mentira del alcohol.

Pero inútil...
Ya no queda ni el rincón
de la esperanza.
Sólo puebla su tristeza
la aspereza del pesar
y en la niebla de los años,
y en la muerte que lo alcanza
hay un canto como un llanto
que regresa desde el mar...

Es la voz de los veleros
que llevaron las neblinas
son los viejos puertos muertos
que están mucho más allá
y los ecos que lo aturden,
el alcohol que la asesina
cuando grita que su pobre
ragazzina volverá.

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Don Juan (El taita del barrio)
Música: Ernesto Ponzio
Letra: Ricardo Podestá
En el tango soy tan taura
que cuando hago un doble corte
corre la voz por el Norte,
si es que me encuentro en el Sud.
Y pa bailar la Yuyeta
si es que me visto a la moda
la gente me dice toda
Dios le dé, Dios le dé, vida y salud.

Calá, che, calá.
Siga el piano, che,
dése cuenta usted
y después dirá
si con este taita
podrán por el Norte
calá che, qué corte,
calá, che, calá.

No hay teatro que no conozca
pues hasta soy medio artista
y luego tengo una vista
que hasta dicen que soy luz.
Y la forma de mi cuerpo
arreglada a mi vestido
me hacen mozo muy querido,
lo juro, lo juro por esta cruz.

Yo soy el taita del barrio,
pregúnteselo a cualquiera.
No es esta la vez primera
en que me han de conocer.
Yo vivo por San Cristóbal,
me llaman Don Juan Cabello,
anóteselo en el cuello
y ahí va, y ahí va, así me quieren ver.

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Don Juan (Mozos guapos)
Música: Ernesto Ponzio
Letra: Alfredo Eusebio Gobbi
Al compás de una marchita
muy marcada y compadrona,
a casa de 'ña Ramona
me fui un ratito a bailar.
Por distraer las muchachas
empecé a soltar tiritos
y al ver esto los mocitos
ya empezaron, ya empezaron a roncar.

Si en los presentes
hay mozos guapos,
que peguen naco,
que vengan a mí.
Que aunque sean muchos
yo les daré palos
porque soy más malo
que el cumbarí.

Yo que no soy nada lerdo
ni nada hay que yo no vea,
comprendiendo que pelea
se me trataba de armar,
salí al patio y envolviendo
al brazo el poncho de guerra
hice una raya en la tierra
y me le puse, me puse a cantar.

Salió el dueño de la casa,
'ña Ramona y los parientes,
"Perdonate por decente,
mucho respeto y admiro".
Cuando uno haciendo rollo
rascándose la cadera
sacó un revolver de afuera
dijo si me le pegó, le pego un tiro.

Yo que estaba con el ojo
bien clavado en el mocito,
me largué sobre el maldito
y el revolver le quité.
Y después mirando a todos,
y haciéndoles la pat'ancha,
les grité ¡ábranme cancha!,
y enseguida, enseguida les canté.

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Duelo criollo
Música: Juan Rezzano
Letra: Lito Bayardo
Mientras la luna serena
baña con su luz de plata
como un sollozo de pena
se oye cantar su canción;
la canción dulce y sentida
que todo el barrio escuchaba
cuando el silencio reinaba
en el viejo caserón.

Cuentan que fue la piba de arrabal,
la flor del barrio aquel que amaba un payador.
Sólo para ella cantó el amor
al pie de su ventanal;
pero otro amor por aquella mujer,
nació en el corazón del taura más mentao
que un farol, en duelo criollo vio,
bajo su débil luz, morir los dos.

Por eso gime en las noches
de tan silenciosa calma
esa canción que es el broche
de aquel amor que pasó...
De pena la linda piba
abrió bien anchas sus alas
y con su virtud y sus galas
hasta el cielo se voló.

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Durazno a cuarenta el ciento
Música: José Razzano
Letra: Celedonio Esteban Flores
Al caminar el tobiano
diquea la cabeza
más lustrosa y bien cuidada
que cadena de italiano;
un moño rojo galano
le bate al sol su "spamento"
mientras el dueño contento
con la boca hace bocina
y grita mientras camina:
¡Durazno a cuarenta el ciento!

Lleva alpargatas de lona,
a rayas el pantalón;
negra faja de algodón
su camiseta, aprisiona,
el funghi no desentona
su pinta en ningún momento
porque en su requintamiento
sombrea su vista rana
al batirle a la fulana:
¡Durazno a cuarenta el ciento!

No hay baches que no conozca
de Belgrano a Mataderos,
para él no hay pozos fuleros
de Villa Crespo a La Mosca;
en su hombría sana y tosca
hay algo de sentimiento;
lanza su pregón al viento
en una nota alargada
y alborota a la barriada:
¡Durazno a cuarenta el ciento!

La flor del monte patrona.
Lo brisco y los amarillo...
Y acariciando el potrillo
un compás de tango entona;
tiene una frase burlona
y un piropo en un momento
y mientras observa atento
a una paica que transita
se sube la faja y grita:
¡Durazno a cuarenta el ciento!
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Dímelo al oído
Música: Francisco Lomuto
Letra: Francisco Lomuto
Si yo sé que me querés,
si yo sé que me adorás,
y si no me lo decís
es porque no te animás;
puede ser que me equivoque,
puede ser que no sea así,
pero hay algo que te vende
y no lo querés decir.
¿Por qué tienes qué sufrir,
por qué tienes qué penar,
si con una palabrita
todo se puede arreglar?
No dejés para mañana
no te quedés sin hablar,
que el amor es una cosa
que no se puede ocultar.

Dímelo al oído
tan solo a mí,
que nadie se entere
de lo que me querés decir.

Dímelo al oído
tan sólo a mí,
te guardaré el secreto.
¡Lo juro por tí!

Si yo sé que me querés,
si yo sé que me adorás,
y si no me lo decís
es porque no te animás;
porque siempre que te miro
con los ojos vos me hablás,
y creés que con suspiros
todo se puede arreglar.
Una vez me enamoré,
y por tener cortedad
me quedé con mi cariño
para otra oportunidad.
Es mejor que te decidas,
no esperés ni un rato más,
que los cortos en la vida
siempre se quedan atrás...

(Letra firmada con el seudónimo Pancho Laguna.)

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Dónde estás corazón
Música: Luis Martínez Serrano / Augusto Berto
Letra: Luis Martínez Serrano
Yo la quería más que a mi vida,
más que a mi madre la amaba yo;
y su cariño era mi dicha,
mi único goce era su amor.
Una mañana de crudo invierno
entre mis brazos se me murió;
y desde entonces voy por el mundo
con el recuerdo de aquel amor.

Dónde estás corazón,
no oigo tu palpitar,
es tan grande el dolor
que no puedo llorar.
Yo quisiera llorar
y no tengo más llanto
la quería yo tanto
y se fue para no retornar.

Yo la quería con toda el alma
como se quiere sólo una vez,
pero el destino cruel y sangriento
quiso dejarme sin su querer.
Sólo la muerte arrancar podía
aquel idilio de tierno amor;
y una mañana de crudo invierno
entre mis brazos se me murió.

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Dónde hay un mango?
Música: Francisco Canaro
Letra: Ivo Pelay
(ranchera)
Viejo Gómez, vos que estás
de manguero doctorao
y que un mango descubrís
aunque lo hayan enterrao,
definime, si podés,
esta contra que se ha dao,
que por más que me arremango,
no descubro un mango
ni por equivocación,
que por más que la pateo,
un peso no veo en circulación.

¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?
¡Los han limpiao con piedra pómez!
¿Dónde hay un mango que yo lo he buscado
con lupa y linterna y estoy afiebrado?
¿Dónde hay un mango pa' darle la cana,
si es que se la deja dar?
¿Dónde hay un mango, que si no se entrega
lo podamos allanar?
¿Dónde hay un mango,
que los financistas, ni los periodistas,
ni perros, ni gatos,
noticias, ni datos
de su paradero no me saben dar?

Viejo Gómez, vos que sos
el Viancarlos del gomán,
concretamente, si sabés,
los billetes... ¿dónde están?
Nadie sabe dar razón
y del seco hasta el bacán,
todos en plena palmera,
llevan la cartera
con cartel de defunción
y jugando a la escondida,
colman la medida de la situación.

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Eche otra caña pulpero
Música: Enrique Delfino
Letra: Alberto Vaccarezza
(estilo)
Eche otra caña pulpero
que yo soy un pobre criollo,
a quién ya lo busca el hoyo,
porque de pena me muero.

Y es tanto lo que la quiero
que a pesar de su patraña
en caña juerte se baña
mi amargura noche y día.

Patrón de la pulpería
por favor eche otra caña.

Déjeme a mano el porrón
sin afilar la partida
quiero ver si en la bebida
puedo ahogar el corazón
y échela toda patrón
que si no puedo pagar
tengo pilchas pa’ empeñar
y desde el lazo a las riendas
hasta mis últimas priendas
por la caña le he de dar...

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