Letras de tango
Whisky
Música: Carlos Di Sarli
Letra: Héctor Marcó
Yo sé que llorás por ella,
que estás enfermo de amor
y que no encontrás el beso
ni tan puro ni tan dulce
como el que ella te dio.

Yo sé que te estás matando
como un gil el corazón.
Lo sé porque lo he vivido
y clavao en carne propia
llevo tu mismo dolor.

¡Flojo! ¿Pa' que andás penando?
¡Flojo! ¡Cantále y viví!
¡Dale! ¡Que el mundo es un carro
tirao por los sonsos
que quieren así!

¡Vamos! ¿No ves que ella ríe?
¡No es de este siglo llorar!
¡Dale! ¡Mandáte otro whisky!
¡Total la guadaña
nos va a hacer sonar!

Yo sé que del cuarto tuyo
vos arrancarla querés,
pero en cada rinconcito
flota algún recuerdo suyo
y entra en tu alma otra vez.

Lo sé porque de esos males
yo también sufro con vos...
Pero es mejor que los calle
porque, en vez de consolarnos,
vamos a llorar los dos.

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Y a mi qué?
Música: Aníbal Troilo
Letra: Cátulo Castillo
Si el mundo revirao
-golpeándote-
te tira pa' un costao
de la pared...

Si el vento es un suspiro
y el día tres
ya se piantó de yiro
y queda el mes...

Si al fuego de la fragua
todo fue,
y el jugo de paragua
hoy es café...

Servime de testigo:
¡tené fé!...
gritá, gritá conmigo,
viejo ¿y a mí, qué...?

Y pensar que allá en la rama
con mano mansa
me criaste, mama...
¡Pobre mama..! En la balanza
fui, justo, un drama
pa' tu esperanza...

¡Un fracasao...!
¡El careta...!
¡La perdición...!

El que apostó en la mosqueta
su corazón...

Pero ya ves, sos mi Dios.
Juntito a vos, yo no sé
más que gritar: "¿Y a mí qué?"

Si todo ya está usao:
la yerba, el té...
y el dato que todo han dao
de mala fe...

Si aquella pobre grela
no da más
y hoy banca su quiniela
el Juez de Paz...

Si el Santo de la historia
es un ladrón
y alterna el Zanagoria
con Napoleón.

No se te importa un higo
- Daguelé-
Gritá conmigo:
Mama... ¿A mí qué?

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Y dicen que no te quiero
Música: José Canet
Letra: José Canet
La gente es mala y comenta,
cómo, no estando a mi lado,
yo te puedo querer tanto
y a tus encantos
vivo amarrado.
La gente es siempre igual..
No piensa que hace mal
y vuelca indiferente
la palabra más hiriente
sobre el tierno pensamiento
en el momento
que más se muere de amor.

Y dicen que no te quiero
porque no me ven contigo...
Si supieran que en el alma tenemos
nuestros sueños aferrados...
Si supieran que los dos nos queremos
aunque estemos separados...
¡Cuántos hay que estando juntos no se aman
y no saben de este amor que hay dentro mío!...
¡Y dicen que no te quiero
porque no me ven contigo!...

Siempre el amor fue lo mismo
en el por qué de la vida;
siempre ha habido y sigue habiendo
quienes, mintiendo,
muestran su herida...
Y tratan de engañar
a aquel que sabe amar...
Pero esos que mintiendo
van hablando y van hiriendo
son, tal vez, los que han querido
y no han podido
amar igual que amo yo.

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Y la perdí
Música: Antonio Rodio
Letra: José María Contursi
Ella
me ha sepultado en un vacío
frío de noche gris y sin estrellas.
Y quedé como un árbol sin flor,
tarde sin luz... campo sin sol.
Ella
era un descanso en mi camino
vino para volver mis horas bellas
pero el fin me envolvió
la noche con su cerrazón
y la perdí!

Nunca
se alegró en mi vida trunca
y en mis horas desoladas
ya nada
podrá mis lágrimas secar.
Con las alas destrozadas
se perdieron mis sueños de cristal.
Nunca
volverás... yo se que nunca...
y al final de mi jornada,
cuando nada exista ya,
me llamarás.

Sombra
que se diluye en el hastío
frío de mi palabra que te nombra.
Y he quedado tan triste sin ti,
loco sin ti.. muerto sin ti.
Ella
tuvo en sus manos mi destino;
vino
para volver mis horas bellas...
Pero al fin pudo mas
la angustia de mi soledad
y la perdí!
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Y no le erré
Música: Carlos Olmedo
Letra: Abel Aznar
Me sorprende tu manera de tratarme
y ese tono cariñoso con que hablás...
¡Quién diría que hace poco al amurarme
me mirabas sobre el hombro, tan altiva, tan mordaz!...
¡Quién te viera sin un resto de arrogancia!...
¡Se acabaron tu desprecio y tu desdén!...
Hoy, de vuelta, no te das esa importancia
que te dabas al hablarme de otra vida y de otro tren.

Hoy tengo el gusto de verte
volver como yo quería...
¡Mirá si yo lo sabía
que ni un momento dudé!...
Que el día menos pensado,
como una cosa resuelta
ibas a venir de vuelta
sin grupos... y no le erré.

¡Te lo juro!... Tuve ganas de vengarme.
Mi amor propio no entendía otra razón.
Fue un momento, pero pude serenarme
y me dije bien tranquilo... ¡Necesita un tropezón!
Necesita que la engrupan y que un día
se dé cuenta que vivió en un folletín;
que se encuentre sin cariño y en la vía
pa' que entienda que todo eso no fue más que un berretín.

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Y taconeando salió
Música: M. Papavero
Letra: E. Carrido
Era una mina mistonga
retrechera y de gran brillo,
nacida en el convetillo,
del tano don Giacumín,
metida estaba la paica
con un coso de yuguillo
gran bacán del conventillo,
cuentero de profesión.

En la cortada del bajo,
la mina se había engrupido
con su garabo querido
batiendole el metejón,
y una noche silenciosa
se rajó media abombada,
piantando muy apurada
de aquel convoy del pavor.

Y la engrupió bien debute
de ponerle apartamento,
que fuera cerca del centro,
era toda su ilusión,
y se la trajo al asfalto,
en una pieza mistonga,
cerquita de una milonga,
en un bulín de pensión.

Y en esas noches de frío
la pobre va por Corrientes,
envidiando a tanta gente
que tiene para el bullón.
Pero la grela cansada
reflexiona de repente
y regresa lentamente
de nuevo pa' la pensión.

El taita tira la piedra
al ver el mueble que liga
porque se pasa la vida
meta y ponga cimarrón.
pero la mina cansada,
de aquella vida mistonga,
abandona la milonga
y se encurda de emoción.

Y recordando el pasado
y a su vieja abandonada
con una triste mirada
el cotorro recorrió,
Y a quella mina mistonga,
que se engrupió bien debute
le dijo al bulín, salute,
y taconeando salió.
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Y te parece todavía
Música: Juan Carlos Howard
Letra: Abel Aznar
Te importó destrozarme la vida
y arrastrar mi esperanza al espanto.
Te importó que se hundieran en llanto,
mi amor y mis sueños. ¿No es cierto que no?
Te importó que grité de rodillas,
no me hagas sufrir de este modo.
Y querés que me olvide de todo,
cerrando mis ojos a tanto dolor.

Vos me has hecho mucho daño,
te adoraba y me mentías.
¡Pero tanto, tanto daño,
todo, todo el que podías!
¿Te parece todavía
que te puedo perdonar?
Vos serás como una herida
para el resto de mi vida,
pero otra cosa, ¡jamás!

Si era yo quien te hubiese mentido,
quien te hubiera llenado de agravios.
Con la pura verdad en tus labios,
no es cierto que harías, lo mismo que yo.
Te callás porque se lo que digo,
porque puedo gritar lo que siento,
porque ahora no sos mi tormento,
no sos mi locura, ni quiero tu amor.

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Y todavía te quiero
Música: Luciano Leocata
Letra: Abel Aznar
Cada vez que te tengo en mis brazos,
que miro tus ojos, que escucho tu voz,
y que pienso en mi vida en pedazos
el pago de todo lo que hago por vos,
me pregunto: ¿ por qué no termino
con tanta amargura, con tanto dolor?...
Si a tu lado no tengo destino...
¿Por qué no me arranco del pecho este amor?

¿Por qué...
si mentís una vez,
si mentís otra vez
y volvés a mentir?...

¿Por qué...
yo te vuelvo a abrazar,
yo te vuelvo a besar
aunque me hagas sufrir?

Yo sé
que es tu amor una herida,
que es la cruz de mi vida,
y mi perdición...

¿Por qué
me atormento por vos
y mi angustia por vos
es peor cada vez?...

¿Y por qué,
con el alma en pedazos,
me abrazo a tus brazos,
si no me querés?

Yo no puedo vivir como vivo...
Lo sé, lo comprendo con toda razón,
si a tu lado tan sólo recibo
la amarga caricia de tu compasión...

Sin embargo... ¿Por qué yo no grito
que es toda mentira, mentira tu amor
y por qué de tu amor necesito,
si en él sólo encuentro martirio y dolor?

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Y volvemos a querernos
Música: Luciano Leocata
Letra: Abel Aznar
La cruz de esta esquina nos pone otra vez
el alma en los ojos, el ansia en la voz.
Con miedo nos miramos pensando que tal vez
aún está el rencor en uno de los dos.
No es cierto, mi vida; no es cierto, mi amor,
que tanto martirio por fin terminó,
que ahora al encontrarnos de regreso,
entre lágrimas y besos,
volvemos del adiós.

¿Lloras?
¡Qué bien me haces con tu llanto!
Tanto
que ya me duele el corazón.
No me hables de tu herida,
no me nombres el pasado
ni ese sueño destrozado
con razón o sin razón.
Yo también estuve herido
y esperando inútilmente
con los puños en la frente,
siempre ausente y perseguido.
¿Lloras?
¡También yo sé lo que es estar
los ojos llenos de sangre
de tanto y tanto llorar!

La antigua vereda y el gran paredón,
la esquina de siempre, la luz del andén...
Recuerda cuántas noches se iba tu emoción
detrás del humo azul que se llevaba el tren.
No es cierto, mi alma; no es cierto, mi amor,
que es linda la vida y sólo recién
sabemos lo que vale todo eso,
cuando vuelve, en el regreso,
un beso y un ayer.

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Ya estamos iguales
Música: Anselmo Aieta
Letra: Francisco García Jiménez
Mi noche es tu noche,
mi llanto tu llanto;
mi infierno tu infierno.
Nos tuerce en sus nudos
el mismo quebranto
profundo y eterno.
Es cierto que un día,
tu boca, la falsa,
de mí se reía;
pero hoy otra risa más cruel
y más fría
se ríe de ti.
Se ríe la vida,
que cobra a la larga
las malas andanzas;
que agranda la herida
que rompe y amarga,
que ahoga esperanzas,
que a ti, que buscabas
la dicha en alturas
que yo no alcanzaba,
así arrepentida de aquella
aventura te tira ante mí.

Mi noche es tu noche, mi llanto tu llanto.
Creíste que habías matado el pasado de un tajo feroz,
y no estaba muerto, y se alza en su tumba;
te está señalando, te nombra, te acusa con toda su voz.
Te roba la calma, te cubre de duelo,
te niega el olvido, te grita en tu horro;
belleza sin alma, estatua de hielo,
por treinta dineros vendiste al amor...

Ya estamos iguales.
Ya en ti roncos ecos
tendrán mis lamentos.
Te clavan el pecho
los siete puñales
del remordimiento,
y sé que quisieras
con estos despojos
de viejas quimeras
rehacer el romance
de las primaveras
que no vuelven más.
Inútil empeño;
si soy un vencido,
sin ansias ni sueños
y tú una grotesca
pasión trasnochada
de farsa burlesca.
Ya no hay más que sombras,
aguanta la pena,
soporta el quebranto
y lava con llanto
la culpa tremenda.
si sabes llorar.

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Ya no cantas chingolo (Chingolito)
Música: Antonio Scatasso
Letra: Edmundo Bianchi
Hubo en la pampa una vez
un pajarito cantor
que sobre un yuyo parao
entonaba una canción
tan triste que parecía
el llorar de un corazón.
A ese pájaro bagual
lo espantó el ferrocarril
y su canción sin igual
no se podrá más oír.
¡Pobre pajarito gaucho,
dónde habrá ido a morir!

¡Ya no cantas chingolo!...
¿Dónde fuiste a parar?
En algún lao, muy solo,
tu canción llorarás...
Guitarrita del campo,
pájaro payador,
te llevaste contigo
toda la tradición.

Como el ave, el payador,
sentado junto al ombú
también antes su canción
elevaba hacia el azul
donde brillaha de noche
la divina Cruz del Sur.
Ahora se calló el cantar
y el ave y el payador
fueron lejos a ocultar
su voz llena de emoción,
pues ya invadieron la pampa
el jazz, el gringo y el Ford.

¡Ya no cantas Chingolo!...
¿Dónde fuiste a parar?
En algún lao, muy solo,
despacito llorás...
Guitarrita del campo,
voz de la soledad,
desde que tú te fuiste
no sabemos cantar.

arriba
Yacaré
Música: Alfredo Attadia
Letra: Mario Soto
Es domingo, Palermo resplandece de sol,
cada pingo en la arena, llevara una ilusión.
En las cintas, los puros alineados están
y la voz de ¡largaron! va corriendo a la par.
En el medio del lote, conteniendo su acción,
hay un jockey que aguarda con serena atención.
Ya se apresta a la carga. Griterío infernal.
Emoción que desborda en un bravo final.

¡Arriba viejo Yacaré!,
explota el grito atronador.
Todos castigan con rigor,
pero no hay nada que hacer,
en el disco ya está Antúnez.
Sabe sacar un perdedor,
ganar un Premio Nacional.
Muñeca brava y al final,
el tope del marcador
siempre es su meta triunfal.

Un artista en las riendas con coraje de león,
tenés toda la clase que consagra a un campeon,
dominando la pista con certera visual,
el camino del disco vos sabés encontrar.
Las tribunas admiran tu pericia y tesón
y se rinde a tu arte con intensa emoción,
Se enronquecen gargantas en un loco estallar
cuando a taco y a lonja empezás a cargar.

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Yira yira
Música: Enrique Santos Discépolo
Letra: Enrique Santos Discépolo
Cuando la suerte qu' es grela,
fayando y fayando
te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar...
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.

Verás que todo el mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás,
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao...
Cuando te dejen tirao
después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa
que vas a dejar...
Te acordarás de este otario
que un día, cansado,
¡se puso a ladrar!

arriba
Yo no sé por qué te quiero
Música: Francisco Canaro
Letra: Ivo Pelay
¿Cómo sin quererme yo te quiero
y te adoro si no me amas
y tus besos sólo espero?
¿Cómo puedo amarte ardientemente
si en tus ojos, al mirarme,
veo hielo solamente?
¿Cómo tus desprecios y desvíos
digo que son locos desvaríos?
¿Cómo puede ser
que no quieras ver
de tu corazón
ausente la ilusión?
¿Cómo puede ser
que te quiera así,
cuando bien sé que
no estás en mí?

Yo no sé,
yo no sé por qué te quiero,
yo no sé,
yo no sé por qué te adoro
viendo que,
que tus ojos siempre fríos
no se miran en los míos...
Yo no sé
por qué te amo y te idolatro así
Yo no sé por qué, no sé...

¿Cómo creo todas tus mentiras
si al besarte no me besas
y al mirarte no me miras?
¿Cómo si en tus ojos veo y leo
que no estás enamorada
me lo dices y lo creo?
¿Cómo vivo atado a tu falsía
si tu boca alejas de la mía?
¿Cómo, si yo sé
que jamás podré
alcanzar tu amor,
bendigo tu favor?
¿Cómo te amo así,
si tengo noción
que contigo estoy por compasión?

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Yo no sé que me han hecho tus ojos
Música: Francisco Canaro
Letra: Francisco Canaro
(vals)
Yo no se si es cariño el que siento,
yo no se si será una pasión,
sólo se que al no verte, una pena
va rondando por mi corazón...
Yo no se que me han hecho tus ojos
que al mirarme me matan de amor,
yo no se que me han hecho tus labios
que al besar mis labios, se olvida el dolor.

Tus ojos para mi
son luces de ilusión,
que alumbra la pasión
que albergo para ti.
Tus ojos son destellos
que van reflejando
ternura y amor.
Tus ojos son divinos
y me tienen preso
en su alrededor.
Tus ojos para mí
son el reflejo fiel
de un alma que al querer
querrá con frenesí.
Tus ojos para mí serán
la luz de mi camino
que con fe me guiarán
por un sendero
de esperanzas y esplendor
porque sus ojos son, mi amor!

Yo no se cuántas noches de insomnio
en tus ojos pensando pasé;
pero se que al dormirme una noche
con tus ojos pensando soñé...
Yo no se que me han hecho tus ojos
que me embrujan con su resplandor,
sólo se que yo llevo en el alma
tu imagen marcada con el fuego de amor.

arriba
Yo soy aquel muchacho
Música: J.Mora-M. Orsi,
Letra: V.Russo
Ya pasó la primavera con sus flores,
golondrina mensajera de mis sueños,
hoy te alejas y te llevas mis amores
y yo sigo tu viaje con empeño.

Vuelve pronto, que el otoño traicionero
me sepulta en la tristeza de sus días,
quiero ser a tu regreso el cancionero,
que deje un, te quiero, frente a un corazón.

Yo soy aquel muchacho que puse sin agravios,
en tus pintados labios, la gloria de un vivir.
Aquel que entre caricias, tornábase sumiso
y que el destino quiso hundirlo en el sufrir.

Yo soy aquel que tuvo constancia y fe sincera,
yo fui la primavera y tu el otoño cruel.
Te has vuelto golondrina, te enloqueció el espacio,
que fue como un palacio, para vivir tu en el.

Si en tu viaje te azotara la tormenta,
de un invierno y con su frío te maltrata,
no le pongas cara fiera, está contenta,
que con risas al dolor se desbarata.

Yo también, cuando te fuiste golondrina,
a mi llanto lo mezclé con alegria
y tiré como nerviosa serpentina,
la venenosa espina que ha muerto mi ilusión.
arriba
Yo soy del treinta
Música: Aníbal Troilo
Letra: Héctor Mendez
(1963)
Yo soy del treinta,
yo soy del treinta,
cuando a Irigoyen lo embalurdaron.
Yo soy del treinta,
yo soy del treinta,
cuando a Carlitos se lo llevaron,
cuando a Corrientes me la ensancharon
cuando la vida me hizo sentir...
Yo soy del tiempo que me enseñaron
las madrugadas, lo que es sufrir,
y desde entonces tuve de amigos
a Homero Manzi y Discepolín.

Y así he vivido, sin claudicar.
A veces bien, a veces mal...
Yo soy un cacho de Buenos Aires
hecho a cortada y Diagonal.

Yo soy del tiempo que Enrique Muiño
me enseñó el truco,
y desde entonces,
yo sigo siendo fiel a Pichuco.
Cuando la mano bien se apretaba
cuando eran pocos que fallaban.
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Yo soy el tango
Música: Domingo Federico
Letra: Homero Expósito
Soy
el tango milongón
nacido en los suburbios
malevos y turbios.
Hoy,
que estoy en el salón,
me saben amansado,
dulzón y cansado.
Pa' qué creer,
pa' qué mentir
que estoy cambiado,
si soy el mismo de ayer.

Escuchen mi compás

¿No ven que soy gotán?

Me quiebro en mi canción
como un puñal de acero
pa' cantar una traición.
Me gusta compadrear,
soy reo pa' bailar,
escuchen mi compás:

Yo soy el viejo tango
que nació en el arrabal.

Hoy,
que tengo que callar,
que sufro el desengaño,
la moda y los años.
Voy,
costumbre de gotán,
mordiendo en mis adentros
la rabia que siento.
Pa' qué creer,
pa' qué mentir
que estoy muriendo,
si yo jamás moriré.

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Yo tan sólo veinte años tenía
Música: Julio César Sanders
Letra: Enrique Cadícamo
(vals)
En un viejo balcón parecía
una flor de la vieja barriada...
yo tan sólo veinte años tenía
y al mirarla en los ojos soñaba...

Esos ojos de tanto mirarlos
poco a poco me hicieron poeta,
yo le hablaba de amor y al rimarlos
resolví la más dulce cuarteta.

¡Oh, los noches del barrio dormido
con su luna de plata que hacía
más romántico el beso rendido
más feliz al saber que era mía!...

Eran buenas sus manos de lirios,
su cabello de sol parecía,
y esos ojos dos dulces martirios.
Yo tan sólo veinte años tenía...

Ya en el viejo balcón no se asoma
a escuchar mis suspiros del alma,
ya mi sueño florido no aroma...
ya he perdido con ello, la calma...

¡Nunca más he de verla!... ¡Quién sabe
no sea un bien para mis desengaños!...
No ha de ser lo muchacha de entonces...
¡Hoy tampoco yo tengo veinte años!...

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Yo te bendigo
Música: Juan de Dios Filiberto
Letra: Juan Andrés Bruno
Daba la diana el gallo,
ladrando un perro desde lejos contestó
y el arrabal al despertar
al nuevo día saludó...
Lejos pasaba un coche...
Cual centinela que la guardia terminó,
la luz temblona de un farol
como un lamento se apagó.

Rompió el silencio el bordonear de la guitarra
y por sus cuerdas el dolor pasó llorando
y una voz que la pena desgarra
cantó de este modo su cruel dolor:
¡Yo te bendigo pese al daño que me has hecho
aunque otros brazos te acaricien y te abracen,
pues el rencor no ha cabido en el pecho
que un día llenaste de luz y de amor!...

Mas si con dolor
llegas a llorar
al recuerdo del amor
que te supe dar
piensa que te perdonó
mi corazón
y el alma que por ti sufrió
te da su bendición.

Daba la diana el gallo.
Como un reproche a la amorosa bendición
ladraba el perro y de un farol
murió la luz con la canción...
Pero el yo te bendigo
que desde el fondo de su pecho él arrancó
de la guitarra al cielo fue
y en una estrella se escondió...

arriba
Yuyo verde
Música: Domingo Federico
Letra: Homero Expósito
Callejón, callejón,
Lejano, lejano.
Íbamos perdidos de la mano
bajo un cielo de verano
soñando en vano.
Un farol, un portón
-igual que en un tango-
y los dos perdidos de la mano
bajo el cielo de verano
que partió.

Déjame que llore crudamente
con el llanto viejo adiós.
Donde el callejón se pierde
brotó ese yuyo verde
del perdón.
Déjame que llore y te recuerde
-trenzas que me anudan al portón-
De tu país ya no se vuelve
ni con el yuyo verde
del perdón.

¿Dónde estás? ¿Dónde estás?
¿A dónde te has ido?
¿Dónde están las plumas de mi nido,
la emoción de haber vivido
y aquel cariño?
Un farol, un portón
-igual que un tango-
y este llanto mío entre mis manos
y ese cielo de verano
que partió.

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Zorro gris
Música: Rafael Tuegols
Letra: Francisco García Jiménez
Cuantas noches fatídicas de vicio
tus ilusiones dulces de mujer,
como las rosas de una loca orgía
les deshojaste en el cabaret.
Y tras la farsa del amor mentido
al alejarte del Armenonville,
era el intenso frío de tu alma
lo que abrigabas con tu zorro gris.

Al fingir carcajadas de gozo
ante el oro fugaz del champán,
reprimías adentro del pecho
un deseo tenaz de llorar.
Y al pensar, entre un beso y un tango,
en tu humilde pasado feliz,
ocultabas las lágrimas santas
en los pliegues de tu zorro gris.

Por eso toda tu angustiosa historia
en esa prenda gravitando está.
Ella guardó tus lágrimas sagradas,
ella abrigó tu frío espiritual.
Y cuando llegue en un cercano día
a tus dolores el ansiado fin,
todo el secreto de tu vida triste
se quedará dentro del zorro gris.

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